La fiesta agridulce del PSG tras unos disturbios "inaceptables": "Nada puede justificar lo ocurrido. El país está de luto, el fútbol no es eso"

París fue una fiesta, agriada al final por los dos muertos, más de 550 detenidos, 700 fuegos, 260 vehículos incendiados y 190 heridos en los disturbios que siguieron al triunfo del PSG en la Champions. "Nada puede justificar lo ocurrido en este país en las últimas horas", advirtió Emmanuel Macron en su recepción al equipo al completo tras el desfile en los Campos Elíseos ante más de 100.000 seguidores, ensombrecido por los incidentes en la madrugada del sábado. "Lo sucedido es inaceptable. El país está de luto; el fútbol no es eso".
El presidente francés elogió después "la manera sublime y monstruosa" con la que se impuso el PSG y agradeció personalmente su contribución a Luis Enrique (enrojecido) durante más de dos minutos: "Recuerdo muy bien lo que pasó cuando llegaste, mucha gente decía que no entendía a este equipo, que si era demasiado joven". Macron ensalzó "la generosidad y la exigencia" que el entrenador español ha insuflado al PSG y con la que salieron al campo dispuestos a comerse al Inter: "¡Tenían hambre, lo deseaban y lo lograron!".
El acto en el Palacio del Elíseo puso el contrapunto a una jornada agridulce, entre el júbilo y la conmoción de los franceses por los brotes de violencia que se propagaron más allá de París la noche anterior. En Dax, en el País Vasco francés, un adolescente de 17 años murió apuñalado en un tumulto callejero tras el partido. En la capital, un hombre que viajaba en patinete eléctrico falleció arrollado por un coche durante las celebraciones.
Los alrededores del Arco del Triunfo, acordonados por la policía, fueron uno de los "campos de batalla" a lo largo de la noche de sábado, junto a las inmediaciones del Parque de los Príncipes, donde 40.000 hinchas siguieron el partido en pantallas gigantes y tuvieron que se dispersados por los antidisturbios con cañones de agua y gases lacrimógenos. Más de veinte policía resultaron heridos en todo el país (uno de ellos estaba el domingo en coma inducido).
El ministro de Interior Bruno Retailleau denunció "la presencia de bárbaros en las calles de París". "No podemos habituarnos a esta violencia desbordada", advirtió Retailleau, criticado desde la izquierda por la respuesta agresiva de la policía. El ministro replicó rebautizando a La Francia Insumisa como "La Francia Incendiada".
Jordan Bardella, líder de la extrema derecha y presidente de Agrupación Nacional, se apunto a la trifulca política arremetiendo contra la "gentuza" que aprovecha cada fiesta popular: "No solo crean un grave problema de inseguridad, sino que manchan la imagen de Francia en el mundo".
Los incidentes nocturnos desplazaron de hecho a la gesta del PSG en los titulares y empañaron las celebraciones del día después. En dos autobuses, escoltados sobre la marcha por decenas de motoristas, los jugadores del PSG y el entrenador Luis Enrique llegaron hasta los Campos Elíseos pasadas las cinco de la tarde, en el paseíllo bautizado como "El retorno de los héroes".
En medio de un impresionante despliegue de seguridad, miles de aficionados lograron abrirse paso y muchos otros miles se quedaron fuera, forcejeando con la policía. Nada pudo sin embargo contener la alegría exultante con la que Luis Enrique y los suyos saludaron a los seguidores desde lo alto del autobús descapotable, con Dembélé lanzando besos a la gente, Hakimi y Doué exhibiendo sus gafas de sol y Marquinhos haciendo alarde con la copa ante un mar de banderas rojas y azules y el humo de las bengalas.
Al cabo de una hora de lentísimo avance hasta llegar al Arco del Triunfo, los jugadores repusieron fuerzas (Fabián no paraba de comer sándwiches en lo alto del autobús) y enfilaron hacia el Palacio del Elíseo. El capitán Marquinhos y el presidente del PSG, el qatarí Nasser Al-Khelaifi, portaron a dos manos la copa en presencia del presidente Macron, hincha del Olympique de Marsella, que se deshizo en unos habituales despliegues de retórica: "Habéis puesto a París en la cima de Europa. Y habéis hecho vibrar no solo a los parisonos, sino al país entero. ¡Viva el PSG! ¡Viva Francia! ¡Viva la República!".
La fiesta agridulce se prolongó hasta bien avanzada la noche con la presentación del trofeo ante más de 40.000 seguidores en el Parque de los Príncipes, convertido en una especie de fortín por la policía, para prevenir una segunda noche de violencia.
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